A veces las palabras nos hacen pasar malos ratos y otras nos alegran un día entero, unas se olvidan y otras se te quedan clavadas para toda la vida pero lo peor de todo es que a veces salen de tu boca sin que te des cuenta, y sobretodo esas típicas palabras que duelen. Se escapan, salen sin pedir permiso y cuando ya es demasiado tarde, ya esta dicho y no puedes hacer nada para cambiarlo. Hay que aprender a controlarlas. No es tan difícil, solo hay que pensar,
pensar antes de abrir la boca.
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